martes, 27 de junio de 2017

Las motivaciones del fraude interno



Los fraudes internos suelen tener como motivaciones más destacadas, el  deseo de enriquecimiento, o la venganza. Se producen cuando sus perpetradores encuentran la oportunidad dentro de la empresa, por el debilitamiento de su entorno de control.

 En los últimos años se produjo un debilitamiento del entorno de control  en las empresas españolas por estas tres causas:
  • Por la crisis económicacomo elemento objetivo general.
  • Por la presión de las empresas sobre los empleados a causa de la crisis, como elemento subjetivo en cada empresa.
  • Por la disminución de los controles internoscomo elemento objetivo en cada empresa.

La crisis económica

La crisis económica de los últimos años incrementó el número de fraudes internos, porque aumentó la inseguridad en los puestos de trabajo, haciendo caer por esta causa la fidelidad de los empleados hacia sus empresas. Esta baja generalizada de la fidelidad, actuó en los perpetradores de fraude interno como presión ambiental favorable.

Igualmente con la crisis  se redujeron las percepciones económicas que recibían los directivos y empleados porque las empresas no alcanzaban sus objetivos; también se perdieron en esos años muchos “bonus". Esta realidad se reflejó en la parte variable de las retribuciones, disminuyendo las expectativas económicas del personal e incrementando las motivaciones justificativas del fraude interno.

La reducción de las percepciones salariales originó desequilibrios  financieros en muchos directivos y empleados, que habían asumido previamente deudas justificadas en su momento por la seguridad aparente del empleo y el constante crecimiento de los salarios. Estas situaciones financieras personales llevaron a algunas personas a convertirse en perpetradoras de fraude interno, o en colaboradoras para la comisión de fraude externo.

Pero también propició el fraude interno la presión empresarial para alcanzar determinados objetivos o el mantenimiento de los resultados económicos, lo que incrementó las manipulaciones contables,  la obtención fraudulenta de financiación,  el soborno y la corrupción,  o la búsqueda de resultados beneficiosos a cualquier precio.

Muchas empresas no supieron suavizar durante la crisis los cuatro incentivos principales que manejaban en tiempos de bonanza, a) Rendimiento financiero de la alta dirección, b) Mantenimiento de los resultados económicos, c) Alcance de Objetivos, d) Retribución variable, predisponiendo con ello a algunos de sus directivos y empleados para la comisión de fraudes internos.

A estas causas habría que añadir la principal, como es la disminución de los controles internos por las políticas de reducción de costes, que junto a la permisividad social sobre este tipo de fraudes como factor ambiental, originaron situaciones de riesgo.

Hubo en muchas empresas una disminución de los recursos humanos disponibles para el control interno, que fueron focalizados hacia áreas que los ejecutivos consideraron  más relevantes para la supervivencia empresarial.

También hubo una disminución general de los recursos económicos, que obligó a la reducción  de aquellos  gastos que no estaban directamente ligados a la generación de negocio en las empresas, lo que terminó afectando a la inversión para el fortalecimiento de los controles internos y los sistemas informáticos.

Pero conviene reconocer también que estas causas objetivas no convirtieron a la mayoría de los directivos y empleados en defraudadores internos;  los que delinquieron se movieron evidentemente por motivaciones personales o por oportunismo.


La prevención del fraude interno exige de un análisis de las motivaciones personales que convierten a directivos y empleados en delincuentes, como por ejemplo:

  • El mantenimiento de su estilo de vida
  • La imitación de conductas irregulares en el entorno
  • La venganza por injusticias salariales
  • La venganza por la desconsideración personal en su promoción
  • La constatación de una gestión inadecuada de las denuncias efectuadas dentro de la empresa.
  • La bajada en la fidelización personal, ya sea por recortes en los salarios, por los riesgos de desempleo, o por la presión profesional.


Los especialistas han agrupado las motivaciones objetivas y personales en tres grupos, conformando con ellos los vértices de una imagen bastante didáctica: el triángulo del fraude interno.


Grupo a): Las motivaciones derivadas del Incentivo/Presión
Grupo b): Las motivaciones derivadas de la Actitud/Racionalización
Grupo c): Las motivaciones derivadas de la Oportunidad





Las motivaciones derivadas del Incentivo/Presión

Uno de los vértices del triángulo del fraude interno agrupa las motivaciones ambientales para su comisión bajo el título: Incentivo/presión.

Este grupo de motivaciones se refieren a la presión ejercida por las empresas para el cumplimiento de los incentivos enumerados anteriormente (rendimiento financiero de la alta dirección, mantenimiento de los resultados económicos, alcance de objetivos y retribución variable), y  la imposibilidad de su cumplimiento por directivos y empleados especialmente en los momentos de crisis.

Esta presión hace que algunas personas cometan fraudes internos, como manipulaciones contables, obtención de financiación fraudulenta, aplicaciones fraudulentas de crédito, transacciones no autorizadas, sobornos,  corrupción, blanqueo de dinero, espionaje y robo de información, abuso de información privilegiada, fraude fiscal, enmascaramiento de los resultados económicos para que los bancos no cancelaran las líneas de crédito, o abuso de mercado, entre otros.

Las altas direcciones de las empresas han de recibir información puntual de las situaciones de alerta que se van generando por una presión inadecuada de los incentivos señalados, especialmente en los momentos de crisis y que se manifiestan claramente en el ambiente laboral, para lo que tienen que ser recogidas y analizadas por los departamentos de Recursos Humanos (RRHH).

Las motivaciones que derivan de la Actitud/Racionalización

Pero las motivaciones ambientales no son suficientes para la proliferación del fraude interno puesto que cada persona tiene una base ética que condiciona su comportamiento; es por ello por lo que ante determinadas oportunidades y presiones, las respuestas de las personas son  diferentes.

Por eso el segundo de los  vértices del triángulo del fraude se refiere a la actitud/racionalización, o base ética de cada persona.

Esta base ética tiene también una manifestación pública en el comportamiento personal y profesional de directivos y empleados, puesto que viene condicionada por factores que pueden ser conocidos por las empresas:

  • Factores relacionados con el ámbito personal-familiar
  • Factores relacionados  con el ámbito personal-profesional

Entre los primeros estarían los siguientes:

  • Vida desordenada que ocasiona un gasto personal excesivo: como amantes, vicios caros, chantajes, etc.
  • Nivel de vida inadecuado en relación con los ingresos que se perciben.
  • Aspiraciones de ascenso en la escala social, que exigen gastos extraordinarios para mantener las apariencias.
  • Pérdidas en los negocios que algunos directivos y empleados llevan al margen  de su actividad profesional principal.
  • Elevado endeudamiento, por desfase entre retribuciones esperadas y las realmente recibidas.
  • Ludopatía o drogadicción de los propios directivos o empleados, o de algún familiar cercano de éstos.
  • Problemas económicos derivados de una larga enfermedad familiar.

Entre los segundos estarían los siguientes:

  • Frustración en el trabajo por la realización de tareas no acordes a la cualificación profesional.
  • Resentimiento hacia la empresa o hacia los directivos por el trato recibido.
  • Remuneración no acorde con la cualificación profesional.
  • Aceptación del ambiente de corrupción existente entre directivos y empleados.

Los factores personales/familiares/profesionales enumerados, que no pretenden ser exhaustivos, normalmente se manifiestan públicamente en las empresas con anterioridad a la comisión de los ilícitos fraudulentos. Esta información suele llegar a los departamentos de RRHH por numerosas vías, debiendo ser estudiada y atendida para que no termine afectando a las relaciones laborales de los directivos y empleados implicados, dando origen a incumplimientos laborales, pérdidas de eficacia, indisciplinas, tensiones, quejas, errores, desmotivaciones, absentismos, faltas de respeto a los directivos, descuidos en la higiene, etc.

Pero estos factores también pueden llegar a cambiar la actitud/razonamiento de algunos directivos y empleados y por tanto su base ética, predisponiéndolos para el fraude interno.

El seguimiento profesional de estos factores dentro de las empresas, con el respeto máximo de la intimidad de los directivos o empleados implicados, evitará que se ponga en peligro su seguridad, su funcionamiento o su reputación.

Los resultados de este análisis profesional efectuado por los departamentos de RRHH deberán llegar a las áreas de riesgo que pudieran verse afectadas, con el fin de que se fortalezcan sus controles de alerta. Además, de acuerdo con la Dirección,  se valorará si estos directivos o empleados debieran seguir en sus puestos de trabajo o  ser trasladados,  provisional o definitivamente, a otras áreas de menor riesgo.


Las motivaciones que derivan de la Oportunidad

Pero las motivaciones más importantes que propician el fraude interno tienen como base la facilidad de su comisión, por lo que su prevención pasa por limitar sus oportunidades.

Las oportunidades se multiplican cuando en las empresas:

  • No existe un código ético y una política de prevención
  • No existe el necesario control
  • No existe ejemplaridad en su represión

No voy a desarrollar en esta entrada la prevención del fraude interno mediante la limitación de su oportunidad, para lo que resulta necesaria la colaboración entre diversos departamentos dentro de las empresas, como Cumplimiento, Prevención del Fraude, Control Interno y Recursos Humanos, entre otros, puesto que esta prevención ha de estar basada en un buen Código Ético y en una efectiva Política de prevención y Cumplimiento, así como en un incremento de su control y una decidida ejemplaridad en su represión, aspectos en cuya concreción práctica estos departamentos ha de participar activamente.

Baste esta mención para dejar cerrado el tercer vértice del triángulo del fraude interno.



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