La Encuesta sobre fraude y delito económico 2016 de
PricewaterhouseCoopers nos revela que el fraude interno en
España siguió su tendencia al alza, mientras que a nivel global se produjo una
bajada; aunque se constató también en España una mayor concienciación
empresarial por este problema y, la implantación de medidas más eficaces para
su detección.
Según la encuesta, el delito de apropiación indebida
continuó siendo el delito más persistente en España, habiéndolo sufrido un 67%
de los participantes en el cuestionario durante los 24 meses anteriores,
seguido por la corrupción y el soborno con un 30% y el cibercrimen con un 18%;
un 15% indicó haber experimentado manipulación contable.
Junto a estos delitos también se incluyen en la
encuesta los fraudes en compras, los fraudes en recursos humanos, el blanqueo
de capitales, la vulneración de propiedad industrial, el abuso de información
privilegiada, el fraude fiscal, el fraude hipotecario y las prácticas
anticompetitivas, entre otros varios.
Tanto a nivel global como en España, los delitos
económicos tradicionales tuvieron un decremento en relación con encuestas
anteriores, a excepción del cibercrimen que está ocupando los primeros puestos
del ranking delictivo.
Otro detalle interesante de la encuesta, es que la
corrupción y el soborno descendieron ligeramente a nivel mundial, pero en
España aumentaron un 30% en relación con 2014.
Los efectos en las empresas por la comisión de fraudes
internos son diversos y de gran alcance según PWC, aunque no existe conciencia
de la repercusión real de dichas consecuencias, dado que el coste económico
directo de las mismas es, con frecuencia, un pequeño componente de las
consecuencias totales ocasionadas, siendo el resto difícilmente medibles
cuantitativamente en el corto plazo.
Pero las consecuencias negativas del fraude interno,
al margen de los perjuicios económicos directos, tienen que ver más
con los perjuicios económicos indirectos, algunos de difícil valoración, que
inciden sobre la imagen y reputación de las empresas, sobre la motivación de
los trabajadores, sobre las relaciones con los reguladores y sobre los costes
que ocasionan los asesores externos que son posteriormente
necesarios para mitigarlas, como abogados, peritos o economistas.
El fraude interno tiene repercusiones negativas en la
reputación/marca de las organizaciones empresariales, lo que termina influyendo
sobre el precio de sus acciones o participaciones y perjudicando sus relaciones
comerciales. En algunos casos, este impacto negativo condiciona la
supervivencia de las propias empresas.
En el caso español la repercusión reputacional
negativa suele ser mayor que en otros países, debido a que en España aún se
ofrece un trato confidencial a este tipo de delitos, y como consecuencia,
cuando alguna de estas conductas trasciende públicamente produce un gran
impacto mediático, especialmente cuando los hechos fraudulentos afectan a la
alta dirección.
Resulta por tanto necesario cambiar esa cultura
oscurantista y efectuar un tratamiento normalizado y transparente de
estos hechos fraudulentos.
Otra de las consecuencias más graves del fraude
interno es la desmotivación de los trabajadores y por tanto, la caída de la
productividad, así como el aumento de los incentivos ambientales para que otros
empleados cometan también fraudes.
El fraude interno aflora mediante herramientas
organizativas y tecnológicas creadas especialmente para este objetivo, aunque
también se pone de manifiesto por puro accidente o porque se dan circunstancias
nos previstas por los estafadores.
Entre las herramientas organizativas que permiten
aflorar el fraude interno cabe reseñar las siguientes:
- Evaluaciones
de riesgo de fraude
- Auditoría
interna
- Auditoría
externa
- Controles
anti-fraude: Gestión de Riesgos y monitorización de operaciones
sospechosas, Cultura anti-fraude
- Procedimientos
de denuncia
- Controles
sobre el personal: vg.: Cambio o rotación
- Por
accidente (Circunstancia principal)
Según los especialistas, las dos herramientas más
eficaces contra el fraude interno, de entre las referenciadas anteriormente,
son:
- La
evaluación frecuente del riesgo de fraude
- Los
controles antifraude
Las organizaciones que no conocen el riesgo del fraude
que es inherente a sus actividades de negocio, no podrán desarrollar controles
antifraude para combatirlo. Por ello, las evaluaciones frecuentes de
riesgo de fraude resultan esenciales para identificar las amenazas potenciales
y las debilidades en los controles.
Un sistema de evaluación frecuente del riesgo obliga a
las empresas a buscar el fraude, y les da la agilidad necesaria para
encontrarlo, aun cuando sabemos que este riesgo no es estático, sino
que va cambiando en el tiempo por el influjo de las circunstancias.
La evaluación sistemática y la interposición de controles
requieren una planificación del trabajo en fases:
- Identificación
de los potenciales riesgos de fraude inherentes a la
actividad de negocio.
- Evaluación
de la probabilidad e importancia de que se produzcan los riesgos de fraude
que han sido identificados.
- Determinación
de las personas y departamentos que por su operatividad son más propensos
a cometer cada uno de los fraudes identificados, y descubrir los
“modus operandi” o métodos que pueden ser utilizados por los defraudadores
con más probabilidad.
- Búsqueda y
establecimiento de controles preventivos. (Gestión de Riesgos- Controles
anti-fraude)
- Evaluación
de los controles y procesos para asegurar que han sido diseñados de forma
efectiva para que aborden los riesgos de fraude identificados.
- Identificación
y evaluación de los riesgos de fraude residuales derivados de la
inexistencia de controles o de controles poco efectivos.
- Respuesta
ante los riesgos de fraude residuales.
Como puede observarse existe una similitud entre la
planificación de la prevención del fraude interno, y la planificación de la
prevención de la responsabilidad penal de las personas jurídicas, puesto que
ambas han de hacerse dentro de la estructura organizativa de compliance.
Otras herramientas de interés.
La Auditoría Interna
La Auditoría interna es otra herramienta eficaz para
hacer aflorar el fraude interno. Cuando se reducen los medios en los
departamentos de Auditoría normalmente se produce un incremento del fraude
interno. Hay que señalar, con todo, que existe una tendencia estadística que
avisa de que las Auditorías irán detectando un porcentaje cada vez menor de
fraude interno, en relación con otras herramientas de control, como por ejemplo
la evaluación frecuente del riesgo y su gestión.
El procedimiento formal de denuncia
El procedimiento formal de denuncia que se ofrece a
los empleados por distintos medios (buzones, internet, etc.) sigue
constituyendo una buena herramienta para hacer aflorar el fraude
interno. Pero para que sea efectiva ha de
estar suficientemente extendida entre las empresas; debe ser
publicitada; y las personas que vayan a utilizarla la han de
considerar efectiva, lo que sólo ocurre cuando la alta dirección está
comprometida con la herramienta.
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